En Panamá se habla mucho de la seguridad jurídica; sin embargo, su aplicación parece restringirse al ámbito de la empresa (local y extranjera). Otra categoría muy de moda es el ‘derecho de terceros’, pero los ‘derechos de primeros’ son violentados diariamente. Igualmente se endiosa el mercado y la ‘libertad de precios’. Contrario a ello, se satanizan otras categorías: huelga, tranque, defensa de los derechos humanos, regulación o control de precios; intervención estatal, planificación, etc. Cualquier intento por cuestionar este orden es reprochado por los gobiernos, la partidocracia, los empresarios y los medios.

Siendo así, la conducta de un ‘buen panameño’, es aquella que no cuestiona, que calla y acepta. Por ejemplo, ante los inescrupulosos aumentos de precios de los bienes y servicios básicos, la conducta adecuada de un buen consumidor, según ACODECO sería ‘apretarse el cinturón, dejar de usar el carro, dejar de encender el ventilador, comprar menos alimentos y recorrer desde San Carlos a Chepo en búsqueda de los precios más bajos de las cadenas de supermercados, porque un consumidor bien informado vale por dos’.

En este sentido, para tranquilidad de ACODECO y la Secretaría Nacional de Energía, los medios ya han informado a los consumidores que nuevamente aumentaran los precios de las gasolinas (91 y 95 octanos y del diesel), superando la barrera de los B/.4.00 por galón.

El incremento de los precios de los energéticos como las gasolinas es el pretexto ideal para que el resto de los productos y servicios aumenten, causando lo que se llama una espiral inflacionaria, donde los precios suben sin ningún freno, porque las mismas autoridades son incapaces de frenarlos.

Con este nuevo incremento del precio de las gasolinas, ¿en cuánto se colocará el costo de la canasta de alimentos, que hoy supera los B/.300.00 mensuales? Para los empresarios el aumento del combustible no significa nada, pues lo trasladan a los consumidores, además las pocas veces que disminuye no lo hace en la misma proporción del aumento.

Este discurso panfletario, y en ocasiones contrario a lo que ellos dicen promover y defender, el mercado y su libre sistema de precios, conduce a la más completa indefensión de los consumidores que se ven violentados por el accionar de las instituciones que están llamadas a la defensa del consumidor. Como resultado es cada vez mayor la población que ve deteriorada su calidad de vida.

El pueblo ya no aguanta más el elevado costo de la vida que le imponen autoridades empresariales con la complicidad de un gobierno 100% empresarial, que día a día solo piensan en dar todo más caro sin pensar que cada vez es más difícil para una familia mantener un nivel de vida con dignidad donde al menos alcance para comprar los alimentos suficientes para que la familia tenga fuerzas para estudiar, trabajar y hacer una serie de actividades.

¿Qué pasó con el discurso preelectoral de Ricardo Martinelli, ‘la respuesta al problema del costo de vida es congelar los precios de los artículos de primera necesidad y un aumento general de salario’? Indudablemente quedó en otra de sus mentiras.

El pueblo ya no aguanta más comida cara, aumento de los precios de los combustibles, del transporte, de las colegiaturas, de los medicamentos; es decir, el alto costo de la vida, a lo que se suma la corrupción rampante del gobierno que corroe la sociedad panameña, es tiempo de exigirle al presidente que atienda las demandas de la población.

Para ello es necesario redoblar los esfuerzos de organización. En este sentido debe incrementarse la lucha para exigir al gobierno que disminuya y congele los precios de los alimentos y decrete un aumento general de salarios. No debemos permitir que se siga atentando contra el derecho a la vida digna de los panameños.

SECRETARIO GENERAL DE CONUSI-FRENADESO.