Un mes de Juan Carlos Varela como presidente del país y aún no se presenta el Plan de Gobierno; no obstante, su gestión avizora los mismos síntomas de los gobiernos anteriores.

La corrupción tratada mediáticamente, donde se publicitan los grandes robos cometidos contra la cosa pública por la administración de Ricardo Martinelli, pero no se abre proceso de investigación contra los delincuentes de cuello blanco; producto de los pactos de no agresión so pretexto de la ‘gobernabilidad’. Igual sucedió con Martinelli frente a Martín, Martín frente a Moscoso, Moscoso frente a Pérez Balladares.

El tortuguismo impera en la administración de Varela frente a la exigencia de la sociedad para que se desconozcan los indultos otorgados por Martinelli, donde se favorecieron a reconocidos delincuentes, copartidarios, altos funcionarios del anterior gobierno, policías asesinos, abusadores y violadores de los derechos humanos. Todo parece indicar que la impunidad prevalecerá.

En materia social, el pueblo enfrentando las mismas vicisitudes, incremento de los precios de los bienes y servicios básico, a pesar de los panfletarios congelamientos de precios de emergencia, jumbo tiendas y ferias, canasta popular de alimentos, entre otras. En el plano socioeconómico continúa la misma dinámica de las administraciones anteriores: ejecución del neoliberalismo.

Se mantiene el mismo esquema de confrontar las necesidades sociales de educación, salud, vivienda y transporte, donde se ven los efectos, pero no se atienden las causas que la generan: un modelo económico que prioriza el crecimiento y las ganancias, más no el desarrollo que camine hacia la justicia y equidad social.

Una vez más se justifica la depredación del ambiente por causa de los proyectos mineros, hidroeléctricas, complejos turísticos, inmobiliarios, etc., bajo el argumento de respetar la seguridad jurídica de las empresas.

Es innegable el aumento de la delincuencia común. Los robos, asaltos, en general, la inseguridad ciudadana persiste, lo que evidencia el fracaso de la política represiva para enfrentar el problema.

En los puestos de dirección gubernamental se nombran copartidarios, familiares, y bajo el supuesto de la gobernabilidad se cede espacios al PRD y se mantienen a otros del CD. Al igual que los demás, menosprecia y pisotea las aspiraciones de los funcionarios de ser considerados a los puestos de dirección en base a su experiencia, especializaciones y trayectoria de desempeño en sus años de servicio. Es más, ya se denuncian despidos de funcionarios.

Al igual que con Martinelli y su consigna ‘Ahora le toca al pueblo’, con Varela y su consiga ‘El pueblo primero’, el pueblo sigue estando en los discursos electoreros de la partidocracia, sin que se atiendan sus demandas sociales.

Desde hace algunos periodos, los medios de comunicación social y la partidocracia, han querido institucionalizar los llamados ‘cien días’, como una especie de tregua, para que el presidente entrante actúe. Sin embargo, la experiencia demuestra que en esos 100 días se adelanta una serie de políticas que repercuten en el pueblo. Además, hay que tener presente que Varela en su campaña electoral esgrimió que estaba preparado para gobernar desde el día uno, que conocía los problemas nacionales y que tenía propuestas.

Ya el pueblo comienza a preguntarse ¿cambio de qué?, cuando se siguen los mismos métodos empleados por PRD, CD, Molirena.

Parafraseando a Eduardo Galeano, en su obra ‘Patas arriba’, Panamá es un país patas arriba, donde la gestión gubernamental está encaminada a favorecer las minorías que concentran la riqueza, mientras que impone hambre y miseria a la población trabajadora.

Frente al escenario que comienza a revelarse con claridad al pueblo, es necesario seguir redoblando los esfuerzos de lucha para la construcción de una sociedad con justicia y equidad social, donde se respeten plenamente todos los derechos humanos de los panameños.

*SECRETARIO GENERAL DE CONUSI-FRENADESO.

Imagen de la web / A un mes de Varela