El Gobierno debe responder

Sigue el irrespeto a la población. La atención gubernamental al problema del coronavirus deja en evidencia la improvisación que impera en materia de salud. Los hechos demuestran la falta de políticas de Estado para enfrentar cualquier tipo de emergencia nacional.

Las preguntas sobran. Si la situación que confronta el país es delicada, ¿por qué persiste la visión del negocio sobre la salud? La apertura de actividades sin el debido control de bioseguridad, imponiéndose la “keratina”, como muchos señalan, para referirse a lo irresponsable de las medidas del Gobierno, es un claro ejemplo. La sumisión a las directrices de Estados Unidos (Visita de Robert O'Brien, consejero de Seguridad), a pesar de ser este uno de los países con peor manejo de la COVID-19, es otro claro ejemplo.

El irrespeto al pueblo es de tal magnitud, que la manipulación de los datos que presenta el Minsa hace saltar ERRORES en las cifras. Así, el martes 18 de agosto, en los datos que presentaron: “598 casos nuevos y 82 790 casos acumulados”, pero el día anterior reportaron un total de 82 543 casos acumulados que, al sumárseles los 598 nuevos casos, el total sería 83 141 acumulados (Ver Comunicados 175 y 176 del Minsa). Este no ha sido el único caso, así pasó con las 150 personas hospitalizadas en un día. Con el caso de Figali, primero el ministro de Salud, Sucre, señaló que “aún no era necesario su uso, pero que estaba listo”, luego Cortizo “que ya estaba preparado para trasladar pacientes”, pero ante las primeras lluvias, “no es posible su uso por goteras”. Es una manipulación y desinformación descarada. Están jugando con la vida de las personas. Todo es incongruencias burdas que quieren hacer pasar como si nada sucediera.

Aunado a ello, reclamos por parte de panameños, en torno al uso de los recursos para atender la COVID-19, varias las denuncias de negociados en medio de la pandemia, que favorecen a sectores vinculados con el poder económico y político. Mientras tanto, las dificultades por falta de insumos, instrumental de salud e implementos de seguridad para el personal de salud son crecientes. Aunado a ello, el descontento del personal de salud, ante la falta de recursos presupuestarios para cubrir las planillas que le garanticen el pago de sus salarios (denuncias del personal contratado bajo las planillas 949, 950, 951, 957, 958, 959, 960).

Con este accionar, el Gobierno apuesta a la efectividad ideológica del neoliberalismo sobre la población, en el sentido de que “el individualismo ha triunfado tanto, que nos hemos deshumanizado”. Lo fallecidos, más de 1800 personas, no son más que números, sin rostros, sin dolor de sus familiares.

El Gobierno de Laurentino Cortizo debe responder al pueblo panameño por sus improvisaciones, ineficacia, ineficiencia y mentiras, que arrojan: incremento de la precariedad de la población, desempleo y reducción de salarios, contagio de miles de panameños, luto y dolor en los hogares panameños ante el fallecimiento de sus seres queridos.

Como se ve, en el abordaje del tema de salud, es inconcebible que siendo Panamá uno de los países que mayor crecimiento económico obtuvo en América Latina en los últimos años, las condiciones de salud sean tan precarias. Ello, solo es el reflejo de la concepción empresarial que se tiene de la salud, donde esta es vista como gasto y no como inversión.

Alrededor de 1955-1959, surgieron a nivel internacional diversas declaraciones que defendían los Derechos Fundamentales del Ser Humano, esto es, derechos positivos, inherentes a la propia naturaleza del ser humano, que bajo ningún concepto debían ser cuestionados y que todos los seres humanos debían gozar. El derecho a la salud fue indiscutiblemente uno de esos derechos fundamentales y básicos. La situación actual, donde nos aproximamos a las 2000 defunciones en el país por el coronavirus, demuestra la profunda violación al derecho a la salud, en donde nos han sumergido todos los Gobiernos empresariales-neoliberales.