El pueblo panameño asiste a uno de los espectáculos más ignominiosos de la politiquería criolla. Ya habíamos advertido que se trata de una de las campañas electoreras más ridículas, vergonzosas, clientelistas y carente de propuestas, que registran los anales de nuestra historia. ¡Esto es un Circo!
Quienes en las pantallas aparecían como irreconciliables enemigos y se hacían las más bárbaras acusaciones, de la noche a la mañana han quedado compartiendo las fórmulas presidenciales. Son los casos de Ricardo Martinelli y Juan Carlos Varela; y es el caso también de Balbina Herrera y Juan Carlos Navarro.
Esto no debe sorprendernos. La clase política criolla siempre se ha distinguido por la hipocresía, la desvergüenza y la traición. Son capaces de cualquier cosa a cambio de satisfacer sus mezquinos intereses.